discriminar.
(Del lat. discrimināre).
2. tr. Dar trato de
inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos,
políticos, etc.
(Diccionario de la Real Academia
Española de la Lengua)
Habiendo colocado la definición de
Discriminar, paso a opinar.
Esta semana que pasó se rechazo el
proyecto de “Ley contra todo tipo de Discriminación”, lo cual supuso que los conservadores
se pusieran muy contentos y los menos conservadores nos entristeciéramos.
Uno de los motivos por los cuales no
prospero esta ley, desde mi punto de vista, es que no se involucraron todos los
gremios afectados, o sea, no participó ningún gremio de la Tercera Edad, a
quienes discriminan a la hora de sacar un crédito o comprarse algo en cuotas,
aunque el banco tenga la vida de estas personas en sus manos; no participó
ningún gremio ni personas de mi edad (tengo 48 años) a quienes a pesar de la
experiencia, conocimientos y títulos universitarios nos dan empleo porque a un
chico joven le van a pagar menos del sueldo mínimo y a nosotros nos tienen que
pagar lo justo, no participó ningún gremio de obesos, no participó ningún
gremio de personas con minusvalías, no participó ningún representante de
paraguayos que trabajan en empresas extranjeras y por ser paraguayos ganan
menos que los extranjeros, por ende, como los que se involucraron en serio
fueron los colectivos Gay, entonces la gente conservadora pensó que era algo
que sólo beneficiaría a ellos y ahí ardió Troya.
Todos discriminamos y todos somos
discriminados de una u otra manera en algún momento de nuestras vidas, quien
diga yo no lo hago, miente.
En lo personal, a mi el debate sobre
este tema me trajo serios problemas familiares, con los cuales estoy capeando y
seguro capearé por algún tiempo más.
Digo y mantengo, en base al discurso
que oído de los conservadores, que se repite en el mismo orden y sin mover ni
una coma, que la mayoría ha sido digitada e influida para creer que, el
discurso que repiten, es lo que ellos piensan.
Quiero comentar una experiencia
personal, porque esto que digo en el párrafo anterior me ha supuesto infinidad
de disgustos. Mis hijos van a un colegio que hace parte de la Universidad
Nacional, este año cuando hubo cambio de Rector en la misma, comenzó el
desespero, y aclaro, yo caí como casi todos en la desesperación de que pasaría
con el colegio, si seríamos botín de guerra, si pasaríamos a manos del
Ministerio de Educación, que nos sacarían del predio que compartimos con una de
las facultades de la universidad, etc.; los referentes estudiantiles, entiéndase,
cuerpo docente, centro de estudiantes, asociación de padres, que estaban
temerosos al cambio influyeron en nosotros a que pensáramos que la autonomía
del colegio estaba en peligro, nos dijeron que creer y creímos, eso no nos hace
burros, idiotas ni bobos, eso nos demuestra cuán débiles somos ante la
posibilidad de enfrentar los cambios. Conclusión, cambió el rector de la
Universidad y no pasó nada.
¿Era más fácil creer lo que nos decían
que investigar?, seguro, sobre todo porque la “información” provenía de fuentes
creíbles; ¿nos tomamos el trabajo de investigar?, no, porque confiábamos que
los referentes lo habían hecho y manejaban información de primera mano;
¿Metimos la pata al permitir que cunda el pánico?, indudablemente, nos dejamos
llevar, creímos lo que nos dijeron que creyéramos y al final fue un desgaste infernal
de tiempo y energías y se crearon conflictos innecesarios entre amigos de toda
la vida.
No siempre nos interesa tomarnos el
trabajo de investigar, sobre todo fuera de nuestra área de seguridad, nos es
más fácil y cómodo dejar que alguien haga el trabajo duro y nosotros tragar lo
que nos den, esto no nos hace burros, ni idiotas ni bobos, nos hace perezosos.
Cuando vamos a entrar en un debate, lo
ideal es conocer a fondo el tema que defendemos y conocer aún mejor los motivos
por el cual el otro defiende lo contrario. Y quede claro, que no ganará el debate
quien tenga la verdad, sino quien se prepare y argumente mejor.