miércoles, 29 de agosto de 2012

Cuando los padres educan mal

Quienes me conocen y me leen saben que soy defensora de la presencia de los padres en la vida de sus hijos, si es posible mamá en casa, cosa que no siempre se puede lograr.
Muchos de nosotros hemos visto lo que pasa cuando los chicos se crían solos, a la buena de Dios es grande y en manos de empleadas, ¿pero que pasa cuando hay padres presentes que educan mal?.
Indudablemente hay padres que trabajando todo el día fuera de casa son capaces de hacer de sus hijos personas maravillosas, el problema es cuando estando o no presentes les inculcamos una educación tan conservadora que genera una rebeldía superlativa que los lleva a hacer todo aquello que censuramos.
En un espacio de tiempo muy corto he visto dos familias destruidas por que algún miembro de ellas en el afán de liberarse de las cadenas de un conservadorismo extremo o se volocaron a las drogas o se descubrieron en una condición sexual (la condición sexual de una persona no es necesariamente un acto de rebeldía) cuyas familias desaprueban de plano.
Hablando de relaciones de pareja, Barbara de Angelis dice que en algunos casos los hijos buscamos parejas que sean absolutamente opuestas al mandato familiar, porque inconscientemente es una manera de sacudirnos de dicho mandato que nos pesa y no nos gusta.
En hogares en donde hay cosas de las cuales no se habla, o si se habla son tratadas como pecados o equivocaciones mortales, los niños crecen con prejuicios y con el deseo inconsciente de liberarse de esos mandatos que les pesan.
Siendo adultos, como dice mi amiga Elda, nadie cae en pecado, yo diría que se tiran alegremente. Pero dejando esa palabra horrible, "pecado", de lado, puesto que yo no creo en el pecado, pienso que nadie está enfermo por ser homosexual, ni cae en las drogas.
Si me educaron con la capacidad de usar el cerebro para pensar y discernir y hacerme cargo de mis metidas de pata, no puedo escudarme en que estoy enfermo o que la mala junta me llevó a chupar como loco y drogarme como tarado.
Si una mujer me hace tilín, por algo es, alguna tendencia tengo hacia la homosexualidad y si no soy capaz de  no beber o no me drogarme aunque los demás lo hagan es porque me gusta. No pruebo lo que no me atrae y si me atrae y se que no es bueno para mi, tengo cabeza y madurez suficiente para dejarlo correr, si no lo hago es mi absoluta responsabilidad.
No me gustan los extremos, ni una libertad sin límites y sin control ni un conservadorismo aterrador que considera que los que no son como uno están todos mal y mejor luego no hablar de eso si no es para censurarlos.
Lo que mas me asusta es que cuando ocurre algo como lo que me está tocando ver, las familias no se cuestionan si quizá su actitud no ha generado en sus miembros un deseo de rebeldía y en lugar de rever sus criterios se aferran más a ellos en lugar de buscar ayuda con personas de mente más abierta y tratar de sanar lo que deba ser sanado y aceptar lo que debe ser aceptado, aunque no lo comparta ni me guste.
Los que tenemos hijos sabemos que tenemos techo de cristal, nadie puede decir a mi no me va a pasar, mis hijos serán todos sanos y maravillosos, buena gente y perfectos, tengo que creer y confiar en que la educación que les doy es buena, tengo que tener la mente abierta para hablar con ellos sin morbo y sin juzgamiento de cosas que no me gustan y aceptar que ellos elegirán un camino, que muy probablemente no será el que me hubiera gustado a mí, pero que si los hace felices tengo que aceptarlo.
Trato de educar a mis hijos sin prejuicios, alentándolos a hacerse amigos de personas que son, piensan y viven diferente que ellos, trato de enseñarles a ver lo que hay dentro de cada ser humano, trato de vivir yo mi vida así y de ser ejemplo para ellos.

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