jueves, 8 de diciembre de 2011

Diciembre..., un mes de engorde

Y llegó diciembre nomás, quien hubiera dicho que llegaría tan rápido!.
Con diciembre llegaron las cenitas laborales, las reuniones con los amigos, el calorcito insufrible que invita cervecita y sidra, la comidita "dietética", el pandulcito "económico" y toda la parafernalia propia de ésta época.
Queda claro que, quien haya hecho esfuerzos durante el año para llegar al verano con un cuerpo con aspiraciones de Barbie, ojo digo cuerpo y no cerebro, en estos días se le va el esfuerzo a la mierda.
Así mientras nuestros maravillosos y bonitos cuerpos ganan redondeces suculentas, se nos adelgaza el bolsillo.
Empezamos con que hay que darle a la casa "ese toque navideño" para lo cual cuando abrimos las cajas de los cachivaches propios de esta  época nos damos cuenta que se perdieron la mitad de las piezas del pesebre, se rompieron un montón de globitos y el arbolito, "tan propio de nuestro clima", tiene menos hojas que los cuadernos de mi hija de 5 años, ahí nomás a salir a comprar arbolito nuevo, pesebre nuevo y ya que estamos en plan de gastos, deschavetamos mal y renovamos tooooooooooodo el estilo de la decoración navideña.
Después, vienen los chicos con el asunto que quieren regalos, pero nada de "regalos útiles", si es posible un celular carísimo, una muñeca anoréxica y descerebrada de G. 200.000, y alguna otra cosita "sin importancia".
Para éso, aun no empezamos a ambientar la casa con todos los globitos, guirnaldas y papas noeles que tanto nos gustan poner y que no tienen nada que ver con nuestras navidades calurosas, pero no importa, ahí estamos, metiendole duro y obligando a marido a sudar la gota gorda subido a una escalerita endeble para que coloque las lluvias de luces en lo alto del techo del frente de la casa, cosa que marido, obviamente, no tiene ganas de hacer, pero como si no lo hace nos va a ver con cara de culo por más tiempo del que puede tolerar, ahí va el pobre prójimo a cumplir con nuestros deseos de decoración navideña y paga, de paso todos sus pecados de este año.
Ahora, que ya decoramos la casa, nos pusimos en tren de comprar los regalitos para la familia empezamos a pensar donde y con quien vamos a pasar las fiestas.
Porque Navidad es con mi familia, pero resulta que seguro que viene algún pariente medio hincha bolas, a quien hemos tratado de evitar todo el puto año y ahora lo tenemos que aguantar. Pero éso no es nada, Año Nuevo con tu familia, tener que ver la cara de orto de la suegra y oir por enesima vez los chistes estúpidos de algún cuñado insoportable y tratar de acabar el año borracha hasta las patas, para ver si así se me olvida las horas insufribles que pasé la última noche del año. Ojo, que puede ser Navidad con tu familia y Año Nuevo con la mía, da lo mismo.
Los que tienen hijos grandes, pero no tan grandes, que quieren ir a las fiestas de fin de año, ahí se vean los padres, acá no hay distinción, para llevar, acompañar y traer a los hijos, cuando uno lo que quisiera es dormir para ver si se saca el cansancio y la mala onda que acumuló en todo el año y tratar de despertar el 1º de enero, tipo 4 de la tarde sin resaca y con buena onda.
Pero antes de todo éso viene el tema de ¿qué comemos en Navidad y Año Nuevo?, el menú maravilloso, que nos pone a pensar: si hago pavo, que me gusta, pero los chicos no lo comen, si hago pescado, elpescado está carísimo y tampoco los chicos lo comen, y una va analizando el menú y casi que lo mejor es hacer milanesas con puré, que nunca falla, pero que no es chuchi y por lo menos en estás fiestas hay que comer elegante.
Mientras tanto, ahogamos nuestra angustia de fin de año en toneladasde pan dulce, algunas barras de turrón de maní y una que otra copita de sidra, "ya que estamos en diciembre".
Al final del año, habremos subido los 6 kilos que tanto nos costó bajar durante el año y habremos agregado unos 3 ó 4 más para asegurar que en enero tenemos que comprar traje de baño nuevo, porque con el del año pasado parezco una salchicha mal cargada.

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