sábado, 26 de noviembre de 2011

La educación de hoy

Ayer estuve en una reunión, donde padres de familia estaban muy preocupados por la aprobación de lo que el Ministerio de Educación a dado a llamar "Marco Rector", escuchaba los comentarios, que no son nuevos, y no comprendo la preocupación.
Vamos por partes, creo que las personas que están preocupadas por la aprobación del "Marco Rector" encaran mal el problema; más allá de estar de acuerdo o no con este proyecto, como contribuyente tengo el derecho de exigir que se estudien y aprueben leyes que beneficien a la mayoría de la población, así como que se cumplan las leyes existentes; en este contexto Paraguay es deficitario en cuanto a seguridad, salud pública, protección a grupos de riesgo y muchos temas más.
Si bien creo que la sociedad es un ser vivo y, por lo tanto muta y cambia, no todos los cambios de la misma son del gusto de todos, pero no puede el estado priorizar los intereses de una minoría en detrimento de los intereses de todos. Cuando los problemas de seguridad, salud publica y educación estén resueltos, o al menos, avanzados en su solución, será el momento de ocuparse de los intereses de las minorías.
En un país donde no hay refugios para niños y mujeres en situación de riesgo, donde la salud pública no puede salvar una vida por falta de insumos, donde la población trabajadora vive presa en sus casas, donde hay niños que viven en la calle de la caridad, creo que invertir tiempo y recursos en los intereses de una minoría, que indudablemente debe de ser considerada, pero que también forman parte del "todos" de la sociedad y a quienes también afectan las deficiencias antes mencionadas, me parece que es "mear fuera del tarro".
Creo que desde allí hay que encarar el tema del "Marco Rector" y no desde lo que me gusta o no me gusta, porque lo que me gusta o no me gusta es irrelevante para el estado, como debe de ser.
Ésto es en lo que se refiere al marco legal.
En cuanto al marco moral, a mis hijos los educo yo en mi casa, los escucho y hablo con ellos, podemos estar o no de acuerdo ellos y yo, pero, si yo les doy bases firmes no importa que diga el entorno o la sociedad porque yo habré sembrado en sus cabecitas la semilla del pensamiento criterioso, los valores y principios que los acompañarán toda su vida.
Ahora, si yo me desentiendo, si no estoy presente para escucharlos y conversar con ellos y encima pretendo y espero que la educación que tengo que impartirles yo lo haga el colegio, ahí estamos cagados, porque el colegio no está para proporcionarles valores, el colegio está para proporcionarles conocimientos.
Soy una mamá que está presente, que grita, que se pelea, que hace cariño, que conversa, que se sienta a comer con ellos, que les da el beso de las buenas noches, que recibe a sus amigos y un largo etcetera más; trato de inculcarles valores morales, así como también trabajo en que sean dueños de su libertad a la hora de pensar y vivir. Mis hijos, al igual que todo los hijos del mundo, tomarán su camino el día que salgan de debajo de mis alas, vivirán como ellos quieran, pueden salir mal, indudablemente que pueden, éso ya tiene relación con su libertad, pero habiendo sido yo una madre presente, creo que es menos probable que ocurra que si yo no hubiera estado nunca ahí para ellos.
Yo no soy, en muchos aspectos, lo que mis padres querían; pienso radicalmente diferente a mis padres y hermanos y, en muchos aspectos, algunos miembros de mi familia sienten vergüenza y temor cuando yo abro la boca, por lo tanto no hablo de temas que son sensibles para mi familia con ellos ni cuando ellos están; pero, y ésto es lo importante, los valores de honestidad, solidaridad, respeto a los demás, etcetera, que me fueron inculcados en mi casa, siguen firmemente grabados en mi persona y creo que ésto es lo que vale y es lo que trato de transmitir a mis hijos.

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